El periódico La Verdad de Murcia se ha hecho eco del proyecto Irriman. Puedes ver el contenido del reportaje publicado en este enlace: http://nuestra-tierra.laverdad.es/medio-ambiente/desarrollo-sostenible/3459-riego-con-escuadra-y-cartabon o leer su contenido aquí:

La UPCT lidera el proyecto ‘Irriman’, en el que participan el Cebas y la Consejería de Agricultura, que pretende reducir en hasta un 30% el agua empleada en la agricultura sin mermar la producción

AUTOR: ÁLEX DOMÍNGUEZ

Las pertinaces sequías serán cada vez más frecuentes, según las previsiones, por lo que el riego deficitario es una de las soluciones para mantener la producción.

La iniciativa intenta utilizar cada gota de la manera más productiva posible, al tiempo que se reducen los costes

Trasladarán los estudios de parcelas experimentales a unas 7.000 hectáreas de tres comunidades de regantes distintas: «un salto cuantitativo»

También se controlará cuánto se reducen el consumo energético y las emisiones de CO2

Los regantes murcianos siguen sumidos, y ya van muchos años, en una eterna incertidumbre sobre el agua que, pese a todo, no ha roto la hegemonía de una de las agriculturas más competitivas en los mercados. Ante la evidencia de unas condiciones cada vez más áridas y una menor disponibilidad del líquido elemento, el denominado riego deficitario se ha configurado como una alternativa en el Sureste para racionalizar los volúmenes de agua que necesitan los cultivos sin que repercuta en las cifras de producción.

La Comisión Europea acaba de dar luz verde al proyecto Life ‘Irriman’ (‘Implementation of efficient irrigation management for a sustainable agriculture’ o ‘Aplicación de un manejo eficiente del agua de riego para una agricultura sostenible’) que lidera la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) y que se desarrollará desde el próximo 1 de octubre hasta el 31 de diciembre de 2017.

Con un presupuesto de casi 1,8 millones de euros, de los que 840.000 serán financiados por Bruselas, la iniciativa pretende utilizar cada gota de agua de la manera más productiva posible y conseguir un ahorro de hasta el 30% en cultivos como uva de mesa, melocotón, albaricoque, nectarina, almendra y olivo, lo que permitirá reducir los elevados costes de producción de los agricultores, uno de sus principales problemas.

Los otros socios del proyecto son la Consejería de Agricultura y Agua y el Cebas-CSIC por parte murciana, además de la Comunidad de Regantes de Genil-Cabra, ubicada en la cuenca del Guadalquivir; la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore) y la Universidad de Córdoba. También participan las comunidades de regantes Miraflores (Jumilla) y de Campotéjar (Molina de Segura), que son los lugares donde se realizarán los ensayos en la Región.

El director de la Escuela de Agrónomos y coordinador del proyecto, Alejandro Pérez Pastor, explica que ‘Irriman’ supone un «salto cuantitativo», puesto que trasladarán los estudios que llevan realizando desde hace años en parcelas experimentales y comerciales a una escala mayor. Así, el objetivo es abarcar entre 6.000 y 7.000 hectáreas de superficie de las tres comunidades de regantes que colaboran (Miraflores, Campotéjar y Genil-Cabra), donde se establecerán diversas parcelas piloto. Como parte del proyecto, se creará una página web en la que los regantes podrán acceder a tiempo real a los datos que se vayan recopilando.

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La idea es que dispongan de información para que puedan establecer las pautas de riego a seguir en cada momento fenológico de los cultivos. «Tras muchos años de estudios, sabemos cuándo se puede reducir el agua, puesto que no siempre se debe cubrir las necesidades hídricas al 100%», indica.

El riego deficitario controlado consiste en reducir el aporte de agua al cultivo en ciertos periodos fenológicos (periodos no críticos), en los que regar por debajo de las necesidades hídricas de las plantas no reduce la cosecha ni su calidad. El resto del ciclo (períodos críticos) se aporta el agua que la planta necesita. «No queremos ocasionar una disminución de su crecimiento vegetativo que pueda mermar la cosecha en un futuro», apunta Pérez Pastor.

Los periodos no críticos en frutales caducifolios son las dos primeras fases de crecimiento del fruto (suelen ser en total tres fases) y durante la postcosecha final. En cambio, los periodos críticos se dan en la fase de crecimiento exponencial del fruto (fase III) y un mes después de la cosecha (diferenciación de yemas). En cítricos, el momento más crítico se produce al final de la fase II de crecimiento del fruto; y, en uva de mesa, durante la fase pre-envero (cambio de color de la uva y comienzo de la madurez).

«Útil» frente al cambio climático

El proyecto no solo evaluará el ahorro de agua, sino también la reducción de la energía utilizada con esta práctica. «Si se limita el número de horas de funcionamiento del cabezal de riego, se rebajan los costes energéticos, al estar el sistema presurizado, así como las emisiones de dióxido de carbono al ambiente», expone. Por este motivo, resalta que es uno de los pocos proyectos que la Comisión Europea ha declarado que es «útil» para combatir o minimizar los efectos negativos del cambio climático.

Los investigadores estudiarán cómo interacciona la restricción del riego con la emisión de dióxido de carbono desde el suelo, es decir, con la respiración de los suelos. «Cuanto más agua apliques, el CO2 que se encuentra retenido en el terreno se desprende con más facilidad en presencia de altas temperaturas», explica. Así, al reducir la cantidad aplicada a la parcela en verano, se rebajaría la emisión de CO2 desde el suelo.

A nivel tecnológico, el proyecto utilizará dendrómetros, unos sensores instalados en las plantas para medir la fluctuación del diámetro del tronco a diario (variaciones micrométricas) y comprobar si se contrae, al absorber menos agua de la que transpira, o se expande, al estar más hidratado. También se emplearán sensores para conocer tanto el contenido, como la energía del agua en el suelo, es decir, la fuerza con la que el terreno retiene el agua, puesto que cuanta menos cantidad hay, con más fuerza es retenida y resulta más difícil que la planta pueda absorberla.

Estos sensores recogen la información de manera continua para que llegue vía telemática al programador de riego que, en base a un algoritmo que se elaborará en el proyecto, proporcionará la cantidad exacta que necesita la planta.

Por otro lado, se emplearán termómetros de infrarrojos para comprobar la temperatura de las hojas (cuando supera un umbral determinado es porque la planta necesita riego) y se medirá el potencial hídrico del tallo (energía del agua en la planta, dependiente de la demanda de la atmósfera), dos medidas que, a diferencia de los sensores, se deberán recopilar ‘in situ’ en el campo, por lo que no se obtendrán datos continuos sino en momentos puntuales.

El principal reto del proyecto es desarrollar un algoritmo, que será el que se utilice para dar la orden a cada cabezal de riego, con la finalidad de que, en función de que sea una especie de frutal u otra, de la época de maduración (extratemprana, temprana, tardía,…) y de todas las variables recogidas (contracción del tronco, agua y energía en el suelo,…), asigne la cantidad de agua más adecuada para cada finca.

La idea es implementar el algoritmo a lo largo del año que viene, para evaluar los resultados y validarlos en los dos siguientes. Una vez finalizado el proyecto, la Consejería de Agricultura será la encargada de explotar el algoritmo para que lo puedan aprovechar el resto de comunidades de regantes de la Región.